
A los 18 años conoció a María Martínez García, que pronto se convertiría en el amor de su vida.
En aquellos tiempos no había discotecas ni pubs, lo que se solía hacer en Beas era pasear, quedar en casa de amigos para escuchar vinilos y de vez en cuando montar algún guateque.

Escuchaban canciones como Mirando al mar de Jorge sepulveda, Dos gardenias de Antonio Machine o Madrileña en la concha de Los Xey.
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